"Regálame un segundo en blanco y permite a mi pluma convertirte en letra". Ana María Arroyo (Reg.)
lunes, 27 de junio de 2011
DE "En la piel del verso"
SILENCIO Y BRUMA...
Relojes de arena
marcan los segundos
del mar del tiempo.
Te obligan y dirigen,
a pesar de todo,
al puerto de la nada.
Minúsculos granos se deslizan.
Miles de vueltas hemisféricas
nos dicen dónde,
cuándo...
encontraremos el rumbo
de los sueños borrados
por las olas oscuras...
atravesaremos océanos
de voces profundas
que invitan al gozo...
navegaremos vidas
que sostienen el horizonte
de cada amanecer.
Seguir es marcar distancias.
Morir es seguirte amando.
En un minuto de brisa...
sin el rumor de tus horas...
con el corazón ahogado.
Sólo.
Silencio y bruma.
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Leerte es marcar distancias, soñar horizontes, navegar amaneceres.
ResponderEliminarRefresante poema entre brumas pero no de silencio.
Pues gracias por leerme y por comentar. Espero que esté usted disfrutando del libro, Sr. Utrillas. Un abrazote.
ResponderEliminarMaravilloso poema Ana María. Me ha encantado y además tus letras me recuerdan algo muy cercano. Indudablemente tengo que venir más a menudo por aquí. Un beso.
ResponderEliminarPasa cuando te apetezca, Rafael, libre entrada y salida... Gracias, un abrazo enorme, virtual, de momento.
ResponderEliminarPreciosas letras Ana. Los relojes acompañan incansables nuestro tiempo, marcando tanto las horas presentes, que raudas se escapan entre los dedos, como las de ausencias, que parece que nunca pasan.
ResponderEliminarBesos amiga.
Ese después del amor siempre genera una oleada de poesía dolida... y es menester explotarlo... porque (noticia) siemrpe termina
ResponderEliminarUn abrazo y un saludo con mi agrado al leerte, otra vez
¡Gracias Acróbata! No tengo demasiado tiempo para entrar por aquí, pero quiero que sepas que es una maravilla encontrarte. Gracias, besos!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme, Francisco. En realidad siempre procuro dejar en los finales de mis poemas un guiño a la esperanza... éste es algo distinto. Deja un sabor amargo. Si no supiésemos llorar no disfrutaríamos tanto de la alegría. Un abrazo y bienvenido, siempre.
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