Conseguiré recitarte olvidando la rebeldía de mi tono.
Voy a darte voz.
Voy a hacerte mía porque eres mía.
Poesía,
déjate hacer.
Ni el nudo en la garganta,
ni la lágrima amenazadora...
nos harán daño.
Déjate ser leída.
Deja que mi voz te vista
de seda...
encaje y blonda.
Haré que provoques suspiros
allá por donde surcan los deseos.
Conseguirás transformar el miedo en placer.
Sin olvidar la sabiduría de tus secretos.
Hermoso, Ana
ResponderEliminarMe gusta, como todo lo que escribes. A ver si cumples lo que anuncias en este poema y nos regalas tu voz recitando alguna de tus obras.
ResponderEliminarSeguro que si Ana, y aquí aguardaremos pacientes ese río poético que como agua de mayo riega nuestros ojos.
ResponderEliminarAbrazos.
¡Gracias por vuestras visitas y comentarios!
ResponderEliminarEs un auténtico placer teneros por aquí.
Desde luego que lo estoy consiguiendo, a ver si tengo un poquito más de tiempo y consigo regalaros algunas estrofas en mi propia voz.
Abrazos miles.
precioso Ana, el placer de leer poesía en voz alta y escuchar su sonido, me ha encantado, un beso
ResponderEliminarAna, querida, mil gracias por visitarme, siento no tener demasiado tiempo... el placer es mutuo querida, escribes fantásticamente. Otro besazo.
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