Parte de tu ocaso.
Trozos de mi yo.
Lúgubres sombras instaladas en viejos sueños de infancia.
Inevitable momento de angustia.
Necesidad de sentirte.
Parar el tiempo.
Anudarme en tus brazos serenos.
Escuchar tus latidos mientras me acunas.
Raices de pasado.
Semillas de la vida.
Fruto de amor enteramente nuestro.
Todo un mosaico de carne,
de besos dados,
de odios pasajeros,
de perfumes suaves,
de nanas cantadas,
de vientos fríos,
de sabor a tu regazo,
de luz,
de sombra,
de ahora.
Yo ... tu mosaico.
Tú ... el sostén de mis días.
Ana María Arroyo DÍAZ
Ana, escribes de tal manera, que las palabras resbalan sutilmente por el papel.
ResponderEliminarEs excelente, siempre consigues emocionarme, gracias.
ELena.
Muchos de los que me leen han creído que era un poema para una pareja, amante, amado, NO... No es ese tipo de amor, es otro mucho más grande. Es para mi madre.
ResponderEliminarGracias reina!
¡Qué maravillosa forma de expresar algo tan grande! Emocionas de verdad. Besos miles
ResponderEliminarAna María, Grande de España y reina de las letras. Un beso.
ResponderEliminar¡Gracias, sinceras! De corazón.
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