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Millones de historias me susurran
al oído del alma, suavemente.
Me acarician por entero cada noche.
Para ser escritas, me seducen.
Son pedazos de hielo encadenados
en mis manos cálidas.
Son gotas de ansia devorando
mi mente sumisa.
Infinitas sensaciones de otros
volando por mi pensamiento,
me mienten,
me obligan,
trepan desde mis labios.
Son dichas en voz baja
y mi pulso las toca,
las roza,
las ama.
Millones de segundos de plena locura.
La lujuria más insana envuelta en tinta.
Viene, va, atraviesa, crea...
esta sinrazón llamada poesía.
Que ata el sufrimiento
al placer de la palabra.
Que no puedo negar
pues soy su esclava.
¿Por qué?