
Este recuerdo tuyo
quiere deslizarse
lentamente por mis días.
Para acariciar un tiempo valdío
y excitar al miedo asexuado
por su propio deseo.
Para levantar pasados delirantes
con sabor a frutas maduras
y aroma que envejece.
Apágame la luz ahora
y asesina la indecisión
que tanto nos hiere.
Ábreme los labios ya
e introduce la vida...
otra vez...
de nuevo.
Que los pasados se consuman al ritmo de mi garganta.
Sujeta por tus caderas
pasarán en blanco los inviernos,
el gozo será siempre perenne
y florecerá la saliva virgen
de este recuerdo tuyo
(que quiere deslizarse
lentamente por mis días)
Y es que no hay número
más poderoso que mis ojos.
Ni el infinito.
Tú y yo somos incalculables.
Y este mundo viscoso
jamás querrá ser exacto.
Porque no.
Porque nunca hay medida.
Tú eres incalculable, es imposible calcular, antes de leer la calidad de tu nueva creación. En dos palabras como diría mi amiga S.M.
ResponderEliminarIm-presionante
Te superas, cada días escribes mejor, de mayor quiero escribir como tú.
Y no me digas que ya soy muy mayor que te conozco.
"Porque nunca hay medida"
ResponderEliminarLa medida somos nosotros mismos poniéndonos límites en cada uno de nuestros actos...
Abrazos Ana.
Es hermoso. Un beso
ResponderEliminarGracias. Yo me sigo viendo y sintiendo demasiado frágil, en lugar de "endurecerme" con los años, me hago más y más pequeñita. Mis letras reflejan éso, precisamente. Supongo que evolucionan, o más bien toman su propio rumbo, os juro que yo no las dirijo, son ellas. Y a veces no son "don" son "lastre". Pero gracias. Aunque me sigan dando pavor los halagos, GRACIAS. Se os quiere.
ResponderEliminarEse recuerdo ya es pasado y cuando miramos atrás, solo recordamos aquellos buenos momentos.
ResponderEliminarmuy bonitas tus letras.
un saludo.
Muchísimas gracias por tu visita y tu comentario, Ricardo. Bienvenido siempre a mis letras.
ResponderEliminar