En todo mi corazón
siempre habita un ángulo
muerto.
Un espacio invisible
donde toca el dolor
que no entiende
de errores,
ni de tiempos fallidos.
En cada estremecimiento
del alma que alaba
tu tumulto,
tu risa,
tu viento.
Ahí ...
donde no vale lo que viviste.
Sitúas
tan voluble
la sombra
de rumbos desplomados,
escrita en mi carne.
Si falla el vuelo
y me derrumba en picado
desde la cresta de la ola
que derrite mis párpados.
No temo.
No caigo.
Seguiré tu calor
tan firme como concisa.
¿Nunca en tu memoria
vaga mi recuerdo distante?
Que la música
y la belleza
y la voz
y la letra...
sigan desgarrando la vida
invertida, equivocada,
dichosa de su mandato.
Dejaré abiertos los labios.
Y haré magia entre las líneas
... rectas
... curvas
y grandiosas.
En esta existencia.
O en la próxima.
Tu brillo seguirá atado a mi mirada.
Hermoso!
ResponderEliminarAna, precioso poema que destila belleza y sensibilidad extrema. Me ha encantado. Muchas grcias. Un saludo.
ResponderEliminar¡Gracias! Viniendo de dos "magos de las palabras" como vosotros me encantan vuestros comentarios. Un abrazo a ambos.
ResponderEliminarY tú brillarás por encima de toda existencia.
ResponderEliminarGracias Ángel, brillo gracias a todo lo que me aportáis!!!
ResponderEliminarY su voz amarrada al latido de tu pecho.
ResponderEliminarPreciosos versos Ana.
Abrazos.
Un placer leerte, Ana.
ResponderEliminarUn beso muy grande!
¡Gracias! Sois aliento.
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