domingo, 25 de septiembre de 2011



Sobre alegrías y tristezas todo está escrito e inventado. Porque ninguna de estas dos enemigas necesita de invenciones. Porque son parte masiva de la vida y respiran gracias a cada latido. Bombean tanta sangre como la poesía, como la piel, como las miradas. Ellas no necesitan ser escritas pero yo lo hago, las escupo o las trago...
en un reto a muerte sin tregua, ni posibilidad de bandera blanca, ni silencio.

martes, 20 de septiembre de 2011

PROFUNDAS...





Deséame
tan fuerte
como soporten tus ojos y suéñame.


Suéñame en cada lágrima que caiga sobre mi ausencia.


Haz de cada parpadeo
un nudo de miradas.



Que se besen sin labios.

Que se amen sin presencia.



Y que se observen (desnudas) las almas de las pupilas.


Profundas...

jueves, 8 de septiembre de 2011

NUNCA HAY MEDIDA...



Este recuerdo tuyo
quiere deslizarse
lentamente por mis días.

Para acariciar un tiempo valdío
y excitar al miedo asexuado
por su propio deseo.
Para levantar pasados delirantes
con sabor a frutas maduras
y aroma que envejece.

Apágame la luz ahora
y asesina la indecisión
que tanto nos hiere.
Ábreme los labios ya
e introduce la vida...
otra vez...
de nuevo.

Que los pasados se consuman al ritmo de mi garganta.

Sujeta por tus caderas
pasarán en blanco los inviernos,
el gozo será siempre perenne
y florecerá la saliva virgen
de este recuerdo tuyo
(que quiere deslizarse
lentamente por mis días)

Y es que no hay número
más poderoso que mis ojos.
Ni el infinito.

Tú y yo somos incalculables.
Y este mundo viscoso
jamás querrá ser exacto.
Porque no.

Porque nunca hay medida.

domingo, 4 de septiembre de 2011

INSIGNIFICANTES...



INSIGNIFICANTES

Los sueños también sueñan
sus propios planes
y castigos redundantes.

Nos vapulean.
Nos embaucan.
Nos “disciplinan”.

Y el sueño de los sueños
vence al de los mortales
(nosotros, tan redundantes).

Incapaces de aprender a ser libres,
sin aplastar libertades.
Capaces de esconder
en la lentitud de un ocaso devastador…
nuestras orgullosas carencias.

No amamos.
No escuchamos.
No vemos.

Y la vida que apremia,
nos premia
(tan redundante).

Y ni siquiera elegiremos
nuestra forma de abandonarla.

Sin comprender el significado de la palabra
-insignificante-

Sin importarnos las redundancias.